Todo acto conlleva una consecuencia y es necesario la reflexión para aprender. Aquí el espacio.
Hola amigos y colegas. Un saludo para todos.
En esta oportunidad habré de escribir sobre tres situaciones educativas que desarrollé durante el ciclo escolar 2014-2015 en mi centro de trabajo.
Desde el inicio del ciclo observe tres deficiencias importantes, dos en mi aula y una en el entorno escolar.
En primer lugar fue la falta de lectura de mis alumnos de tercer grado. Inicie con un grupo que tenía alto porcentaje de niños que aún no leían convencionalmente, así que ello representaba un reto para la enseñanza y el aprendizaje, ¿como lograr aprendizajes sino se sabe leer? Por eso, una de las estrategias a desarrollar fue la instalación y remodelación de mi biblioteca de aula, lugar donde contaba con un basto número de libros del rincón que sin duda me ayudaron mucho a reducir el índice de no lectores. Tuve dudas de como empezar, de que acciones programar, a quienes involucrar, etc., pero gracias a que en este periodo le dimos (en la escuela) mucha importancia a la lectura pude contar con la participación de los padres, madres y tutores y lo primero que hicimos fue arreglar y hacer de nuestra biblioteca de aula un lugar agradable, curioso, relajante y muy interesante. Todo eso sucedió mientras en la escuela se organizaban actividades para invitar a la lectura donde participaban alumnos, maestros y madres de familia. Al final, los resultados fueron tangibles 13 de 14 alumnos leyendo de forma convencional y aún más, haciendo uso de los libros del rincón.
En segundo plano atendimos la escritura. En mi aula, a lo largo del ciclo fuimos elaborando diferentes tipos de textos en cada una de las asignaturas, en los cuales sugería a mis alumnos mejorarán aspectos de ortografía y trazo de grafías (escritura legible). Fue hasta el mes de mayo cuando formalizamos con los padres y madres de familia la elaboración de una antología de textos que tuvo muy buena aceptación entre ellas y ellos porque sería una oportunidad para que sus hijos(as) reescribieran textos ya producidos. Lo que no se imaginaban los tutores era que ellos también tendrían la necesidad de vincularse al trabajo de los niños en la búsqueda y consulta de libros diversos para conformar completamente la estructura de la antología. Esta fue una de las actividades más gratificantes para todos (en especial para mi) pues sirve de evidencia para valorar el avance que tuvieron los alumnos en esta herramienta fundamental. Como premio para todos los escritores-alumnos, sus producciones fueron incluidos en la biblioteca de aula con la intención de que más alumnos conozcan y curioseen sus obras.
Finalmente, voy a mencionar el caso de nuestra biblioteca escolar. Lo hago porque en mi escuela no contamos con un bibliotecario, sino que mediante un sorteo o comisión se asigna un docente para que asuma esta responsabilidad; y que creen, esta vez le tocó a un servidor ser bibliotecario. Este ciclo escolar fue realmente excepcional porque (como dije antes) habíamos decidido darle mucha importancia al tema de la lectura y aprovechamos cada uno de los actores de la escuela para hacer actividades para fomentar la lectura. En un principio mi biblioteca escolar no tenía orden (ni pies, ni cabeza) es más no teníamos ni un espacio para establecerla. Así que aprovechando el CTE incluimos está actividad en el plan de mejora escolar y ¡manos a la obra! Hicimos comisiones como se sugiere en el plan 11+5 y cada docente involucró a conciencia a los padres de familia y alumnos para realizar cada una de las ideas que le daría forma al espacio físico de nuestra biblioteca. No se imaginan que bien me sentí cuando vi aquella obra terminada ¡todo gracias a todos! Pero eso no terminó allí, sino que acordamos inaugurarla y ponerle nombre. Lo hicimos, hicimos una gran fiesta el 13 de julio del 2015 y seleccionamos entre muchos al maestro jubilado "Antonio Fernández Lara" para estampar su nombre; hubo muchos invitados, autoridades ejidales y educativas. Todo fue muy emotivo. Hubo lagrimas y sobre todo muchas alegrías.
La necesidad de mi escuela es leer, todos los días, cuando menos 20 minutos diarios. Desde ese día construimos la infraestructura que necesitamos para empezar avanzar en la atención de esta deficiencia. La satisfacción (todavía no completa) es que empezamos a ver alumnos interesados en ese espacio que antes no existía. El índice lector va a mejorar en nuestra escuela a mediano plazo, lo sé. Estamos en el camino correcto.
¿algo parecido sucede en tu escuela? compártelo conmigo y así aprenderemos juntos.
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